El día que no gané la lotería

El día que no gané la lotería

La suerte estuvo ahí… pero dejeé que pase

Es inverosimil lo que me sucedió. Mi amiga trabajaba en el Ministerio de la Mujer, en el jirón Lampa del centro de Lima. Aquél viernes fui a su encuentro, llegué puntual, pero como ella iba a demorarse un poco, decidí pasar el tiempo y comprar un par de galletas.

Al salir de la tienda en Jr. Lampa 69X, mi vista se detuvo en algo que brillaba con un color naranja intenso: un módulo de plástico de la lotería electrónica de moda. Mi vibra estaba tan alta ese día que no lo pensé dos veces. Me acerqué y decidí probar suerte con un boleto. Ya eran más de las 6 pm, así que solo pude pedir un número al azar.

Justo cuando estaba por adquirir el boleto, sonó mi celular. Lo atendí presuroso, lo que me hizo ceder mi lugar al siguiente en la fila.

“No pasó nada con la llamada, otra vez los de Robostar¡d’oh!”, pensé mientras colgaba y me preparaba para hacer mi jugada. Pero ya era tarde.

Dos días después, llegó el momento. Me acomodé frente al televisor, el boleto en la mano, con la esperanza al máximo. Una joven con una sonrisa brillante comenzó a recolectar las seis bolillas blancas que giraban en un globo transparente. ¡Este era el momento! Los números que cambiarían mi suerte, pensé.

Y entonces, anunciaron al único ganador de esa millonada de soles. El número fue identificado y, para sorpresa de todos, ¡lo habían comprado en Jr. Lampa 69X! A las 6:16 pm, exactamente la hora en la que yo había estado allí.

Miré mi boleto, y… ¡pum! La fecha coincidía perfectamente. Pero la hora… ese bendito minuto… me saltó por 120 segundos. ¡Por la porra!

La suerte estuvo ahí. En ese lugar. A esa hora exacta. Pero la dejé pasar, todo por contestar una llamada que, evidentemente, no tenía nada de suerte.